El vuelo de la inteligencia
Autor: José Antonio Marina
Psicología
evolutiva de la inteligencia
Para avanzar con resolución
en la vida hay que desarrollar un nivel de inteligencia que permita inventar
soluciones y marchar con decisión. La inteligencia humana es una mezcla de
conocimiento y valor. Es nuestro gran recurso para alejarnos de la tiranía de
los instintos y ampliar nuestro ámbito vital. Gracias a la inteligencia la
historia humana está plagada de grandezas pero también de estupideces y
crueldades. La humanidad ha explotado las minas para obtener metales y
dinamitas que han servido para asesinarnos entre nosotros, hemos inventado la
bomba biológica y la penicilina, hemos creado los instrumentos musicales y los
de tortura, la heroína de novela y la de jeringuilla. Nuestra historia de cinco
millones de años es un indeciso juego de determinismo y libertad. Para no
retroceder a la selva de la brutalidad debemos decidir si avanzar o retroceder,
dejarse llevar por lo fácil implica un retroceso.
El
inicio del vuelo de la inteligencia
Nuestras
posibilidades y nuestros recursos
Compartimos con los animales
muchas funciones mentales. Cuando un halcón persigue a su presa, adapta su
velocidad, calcula el ángulo de incidencia para abatirse sobre ella y no
golpearse contra un peñasco. Nosotros hacemos estos cálculos constantemente sin
darnos cuenta al andar, correr, jugar, etc. El cerebro es un complejísimo
cuarto de maquinas de donde surgen movimientos, deseos, sentimientos. La
especie humana dió el gran salto cuando aprendió a manejar este cuarto de máquinas.
Transfiguramos las operaciones que realizamos en función de nuestros propósitos.
Podemos regular nuestras reacciones a los estímulos externos e internos y hasta
los podemos elegir aunque no nos interese. Aprendemos no sólo lo que la
situación y sus necesidades nos fuerzan a aprender. Aprendemos a través de
premios y castigos pero además decidimos lo que queremos aprender. Decidimos
ampliar la memoria a medida que asimilamos nuevos conocimientos. La mirada
inteligente busca lo que le interesa pero solemos mirar con desidia por
pasividad o pereza y desperdiciamos interesantes posibilidades. El dibujante
aprende a descubrir en cada cosa la línea que la define tiene una mirada sabia,
así como el poeta da un significado particular a lo que ve. La realidad está
esperando que le indiquemos cuál es nuestro proyecto para colaborar con
nosotros, debes aprender a mirarla con intencionalidad.
Un proyecto es la anticipación
del futuro que deseamos y nos vamos a esforzar en conseguir. Al plantearnos un
proyecto nos surgen preguntas para afianzar los deseos decididos que incluyen
un plan de acción. Un gran logro de la inteligencia humana es poder prever lo
que va a suceder, dirigir las acciones a la meta pensada, evaluada, decidida.
Esta habilidad maravillosa permite ver y organizar el mundo de manera
diferente. Cada proyecto desvela significados inéditos, nuevas posibilidades en
la realidad. Frente a un paisaje de encinas y jaras un pintor encontrara formas
y colores, un cazador rastros y madrigueras, un botánico descubrirá una
humildísima orquídea. Cada cual interpretara la realidad de acuerdo con sus
proyectos, que son los grandes activadores de significados. Bajo su luz, las
cosas, las ideas, las formas no hacen señas como cómplices de un destino común.
Los deprimidos no pueden navegar el futuro, el mundo les parece desolado,
inhóspito y falto de sentido. Un proyecto puede despertar energías dormidas y
significados inesperados. La capacidad de pensar en cosas que podrían existir
nos permite descubrir o inventar posibilidades. Los humanos no nos contentamos
con conocer lo que hay, con poseer lo que poseemos. Es una ambigua
insatisfacción que puede ser magnánima o mezquina, que nos impide reposar. El
proyecto actúa como un proyectil para horadar la realidad y ampliarla con lo posible. La realidad no está decidida
del todo, está aguardando que acabemos de definirla. Apoyándonos en las cosas
dadas vamos más allá de las cosas dadas. El ingenio humano cambia la respuesta
de la materia ante la fuerza de gravedad, lo propio de la materia es caer, lo
propio de la arquitectura es mantener el arco en pie. Las cosas adquieren
propiedades nuevas cuando vamos hacia ellas con nuevos proyectos como lo es la
conversión del golpe ronco de una cascada en luz. Antes hubo que proponérselo e
inventar la turbina. Cada punto se convierte en la intersección virtual de
infinitas rectas, cada palmo de tierra es encrucijada de innumerables caminos;
cada palabra, matriz de incontables frases. Todas las plantas esparcen sus
semillas por distintos procedimientos, para asegurar la supervivencia de la
especie pero hay que recoger los granos de trigo uno a uno, el hombre consiguió
espigas solidarias cuyos granos esperan agrupados la recolección pero esos
trigos seleccionados ya no pueden sobrevivir en la naturaleza sin la
intervención humana. Se han vuelto vegetales domésticos porque han entrado a
formar parte de nuestros proyectos. Cuando un escritor de canciones o un poeta escribe
sus obras utiliza un material cotidiano como las palabras de todos los días
para inventar nuevas posibilidades lingüísticas ampliando nuestra mirada hasta más
allá de lo visible, eleva nuestro ánimo. El arte transfigura la realidad pero
no la cambia sólo nos muestra que es posible hacer cosas grandes con utensilios
pequeños: un pincel, una pluma, un violín ante lo cual el espectador siente
euforia.
A través de la poesía se
transfigura la alcachofa en guerrero, el sol en capitán de feria, y el cielo en
globo de juguete.
La inteligencia debe
ennoblecer el significado de las cosas, embellecer la vida diaria, porque de lo
contrario acaba intoxicándonos la mediocridad, la rutina y la pereza. Nuestros
proyectos, nuestras necesidades, nuestras aspiraciones chocan contra la
realidad. Muchas veces podremos cambiar nuestras metas pero en otras ocasiones
habrá que cambiar la realidad.
Debemos identificar el tipo
de problema, que suele ser:
No sé lo que quiero, se lo
que quiero pero no sé cómo conseguirlo, se cómo conseguirlo pero no me atrevo.
Me he atrevido pero he fracasado.
No podemos separar la
inteligencia de la acción, de los sentimientos, de la voluntad, del empeño. Un
drogadicto sabe que la solución está en dejar la droga pero la dificultad está
en dejarla, sólo cuando lo haya hecho estará resuelto su problema por eso necesitamos
fortalecer la inteligencia resuelta.
La valentía, la decisión, el
ánimo forman parte de la inteligencia humana. No es sólo conocer, ni resolver ecuaciones,
ni jugar al ajedrez sino dirigir el comportamiento para resolver bien nuestros
problemas vitales, afectivos o profesionales para poder elegir nuestras metas y
poder realizarlas con una finalidad práctica. Es una ayuda para acercarnos a la
felicidad personal y al bienestar social.
Al igual que a los
deportistas les cambia la musculatura que se hace más fuerte para responder a
las exigencias que se plantea así mismo debemos cambiar para obtener resultados
diferentes en nuestra realidad. Como decía Einstein “si sigues haciendo lo
mismo obtendrás los mis mismos resultados”
Capítulo
I La inteligencia y el lenguaje
1
La inteligencia humana tiene
la paradójica capacidad de construirse a sí misma. Eso si es un gran vuelo.
Pensamos con palabras, hacemos
planes con palabras, nos comunicamos con ellas. Estamos constantemente
hablándonos, haciéndonos preguntas, criticándonos. El lenguaje es una creación
muy sofisticada y compleja. El hombre comenzó a hablar hace ciento veinte mil
años y lo inventó una inteligencia muda. El hecho que podamos construir un
número infinito de frases, resulta incomprensible su invención. El hombre
inventó signos que le capacitaron para inventar nuevos signos. Cada vez que
decimos una frase resuena en nosotros la sabiduría creadora de millones de
humanos.
El lenguaje tiene que formar
parte necesariamente de nuestro proyecto de inteligencia porque no es sólo un
medio para comunicarnos con los demás sino con nosotros mismos.
El niño comienza obedeciendo
a su madre y acaba obedeciéndose a sí mismo. Dirige las preguntas que se hace a
su propia memoria porque concreta qué es lo que queremos conocer. La palabra
hace navegable nuestra propia memoria. No sólo nos hacemos preguntas, sino que
nos damos órdenes. El niño aprende su libertad obedeciendo. Lo que llamamos
voluntad, ese conjunto de destrezas al servicio del sujeto y de su liberación, llega
al niño desde fuera. Hacia los 4 años comienza a darse órdenes a sí mismo.
Conseguimos ser inteligentes cuando obedecemos las órdenes que nos damos a nosotros
mismos. Las que han sido fruto de una deliberación que tiene en cuenta lo que
deseamos, las consecuencias de nuestra acción, los conocimientos almacenados,
los errores vividos, los valores que queremos proteger.
2
El lenguaje, estructura
básica de nuestra inteligencia, interviene en la construcción de la libertad
personal, nuestra vida intelectual y afectiva.
La transfiguración de la inteligencia aparece cuando somos capaces de
iniciar, controlar y dirigir nuestras operaciones mentales a través de la voluntad.
Una persona incapaz de controlar sus impulsos no es inteligente. La
impulsividad se manifiesta por actuar antes de pensar, cambiar con excesiva
frecuencia de una actividad a otra, dificultad para organizarse o cuando se es
impaciente. Para evitar el impulso hay que detenerse a pensar lo que se va a
hacer y es importante porque hace falta tiempo para deliberar, evaluar el curso
de la acción, tener en cuenta las consecuencias y aprovechar las experiencias
propias y ajenas.
El niño está a merced de las
ganas y del estimulo, es decir, de coacciones interiores y exteriores.
El control de la conducta se
va configurando en varias etapas.
3
Controlar el impulso
Deliberar. Seremos más
inteligentes y más libres cuando conozcamos mejor la realidad, sepamos
evaluarla mejor, seamos capaces de abrir más caminos o posibilidades en ella.
Una cosa es saber lo que
sería conveniente que hiciéramos y otra cosa es hacerlo.
Al ver un árbol se tiene
frente a si un afilado volumen verde oscuro (conocimiento perceptivo), es un
cipres (conocimiento conceptual) y además es bello (conocimiento estético)
Podemos someter nuestra
acción al régimen de los valores sentidos o al régimen de los valores pensados.
Nos liberamos del determinismo de las ganas o el determinismo de la situación
cuando mantenemos abierta la capacidad de dirigir nuestra conducta por valores
pensados. Se trata de pasar del régimen del impulso al régimen de la
inteligencia.
4
La tercera etapa es decidir.
Toda decisión implica un riesgo, al elegir una posibilidad, abandonamos otra.
Una persona puede desear al mismo tiempo cosas contradictorias pero intentar
alcanzar ambos deseos le llevaría al fracaso. Estamos movidos por intereses y
deseos encontrados, entre los cuales tenemos que elegir. El miedo por ejemplo,
suele ser el gran obstáculo para tomar decisiones. La inteligencia es la
capacidad para resolver problemas vitales por lo cual no puede ser considerado
muy inteligente quien no sea capaz de decidir, aunque dentro de su refugio
resuelva con soltura problemas de trigonometría.
5
Mantener una decisión
mientras se ejecuta es difícil. Una decisión global tiene que completarse con
decisiones concretas, en situaciones concretas, cuando nuestro estado de ánimo
puede ser muy diferente al que teníamos cuando tomamos la gran decisión.
En el concepto tradicional
de voluntad, una persona dejaba la dieta porque carecía de ella, una decisión y
una sentencia circular. Se entendía por voluntad la facultad de seguir un régimen
a pesar de lo que costara. La nueva voluntad no es una facultad todopoderosa,
es una actividad animal transfigurada por la inteligencia. La conducta de los
animales superiores esta activada y dirigida por sistemas de motivación. Los
deseos, los hábitos, los premios o castigos van esculpiendo el comportamiento.
La inteligencia va a integrar esos deseos dentro de un proyecto nuevo:
conseguir la autonomía personal, lo que supone seguir unas veces los impulsos y
otras veces no. La nueva voluntad es la motivación inteligente. No es una
facultad sino fruto de un aprendizaje.
La inteligencia consigue sus
fines con astucia. Es negociadora entre fuerzas íntimas en conflicto. Para
triunfar, debe saber por lo menos que los pequeños triunfos alegran y dan ánimo
para renovar la decisión. Por eso, hará bien en marcarse metas lo
suficientemente difíciles para que pueda enorgullecerse de conseguirlas, pero
no tan difíciles que el fracaso sea previsible. El sentimiento de la propia
eficacia es una poderosa fuente de energía.
Admitida
la importancia de la motivación inteligente, analicemos tres elementos
educativos de gran importancia para facilitar la realización del empeño.
1.- Conviene
crear un hábito firme para pasar de la decisión a la acción. En el “deber”, como se interpreta tradicionalmente,
es obligación, no diálogo.
Tenemos una paradoja de la
inteligencia, crea comportamientos libres a partir de mecanismos no libres. Crea
actos voluntarios utilizando procedimientos automáticos.
Lo que llamábamos voluntad
es un hábito fuertemente implantado que nos exige cumplir las decisiones
tomadas. Este hábito puede producir efectos positivos o negativos. Los fanáticos
son voluntariosos. Los obsesos del deber pueden cometer excesos. Esta
ambigüedad exige que en nuestro proyecto de inteligencia redefinamos una nueva
voluntad. La voluntad no es buena por ser voluntad, sino por ser inteligente.
Solo en este caso, el automatismo de la voluntad, cumplir lo deliberado o
cumplir el deber, se convierte en fuente de autonomía, al depender de la
deliberación inteligente.
2.- Para
mantener la acción proyectada hace falta ser capaz de aplazar la recompensa. Se
hizo experimento con niños a los que se les ofrecía un caramelo en el momento
pero si eran capaces de esperar 15 minutos, recibían dos. Los niños que
supieron esperar, años más tarde, mostraron tener más eficiencia personal, eran
más emprendedores y más capaces de afrontar las frustraciones de la vida.
Se trataba de adolescentes
que no retrocedían ante la dificultad. Por desgracia, muchos mecanismos de
nuestra sociedad de consumo incitan a la gratificación inmediata. Lo que
produce una enorme vulnerabilidad en los sistemas de autocontrol. Como se
evidencia en los anuncios comerciales “¿A qué esperas? Tenlo ya”
3.- Capacidad
de resistir a la frustración. Es un asunto complejo que depende en parte de la
educación. Cada cultura señala los niveles de molestia e incluso de dolor,
soportables y que esto influye en la experiencia. El consumo de drogas o
fármacos puede ser una de sus consecuencias.
Capítulo
II El bello discurrir de un sutil rio
Ya analizamos que la palabra
es protagonista en los sistemas de autocontrol ahora revisamos que también lo
es en el conocimiento.
Mediante el lenguaje, la
madre enseña al niño los planos del mundo que tiene que construir.
Para un físico, los colores
de la mañana son franjas del espectro electromagnético. Para los hombres
primitivos esos colores vibrantes eran la despedida del sol, un momento de
angustia porque no sabían si volvería.
El lenguaje no sólo
transmite el modo que tiene una cultura de interpretar el mundo, sino, sobre
todo, la experiencia ancestral que el hombre ha adquirido sobre sí mismo. El
gran vuelo de la inteligencia es la liberación de los estímulos, el
reconocimiento de las actividades propias, la habilidad para dominarlas cada
vez con mayor perfección, el aprender a volver reflexivamente la mirada, la
destreza para inventar planes y anticipar el futuro, todas las aventuras y
dramas de la humanidad están transmitidos y hecho posible por el lenguaje.
Poner nombre a las cosas no
da más información sino una manera de manejar la información. Permite enlazar informaciones
de forma coherente. La inteligencia no se parece a una galería fotográfica sino
a un rio que discurre, fluye.
Debemos recuperar la sana estrategia de los niños que
preguntan continuamente ¿Qué es? ¿Por qué es así? y ¿Usted cómo lo sabe?
El castellano procede del latín
pero ha acogido palabras árabes, griegas, francesas, inglesas, creaciones
anónimas.
Estamos elaborando un
proyecto de inteligencia. Tiene que ampliar nuestras posibilidades vitales,
nuestra habilidad para resolver problemas y nuestras opciones para ser feliz.
La inteligencia que pretendemos tiene que saber aprender y sobre todo tiene que
disfrutar aprendiendo.
Los conceptos que no se
enlazan con conocimientos ya aprendidos se pierden, no encuentran sustento para
subsistir y se desvanecen.
El entrenamiento es
exclusivo del ser humano. No está determinado por la conjunción de los genes y
del ambiente sino por fines libremente inventados y aceptados. En su origen hay
un proyecto. La inteligencia es cuestión de entrenamiento que tiene sus
técnicas y estrategias.
Necesitamos comprender lo
que queremos aprender. La memoria humana tiene muchas dificultades para conservar datos que no tengan significado y el
significado se lo da la conexión con otros datos o informaciones.
Comprender significa agarrar
varias cosas a la vez, integrar varias palabras en un significado único. Las palabras son sólo pistas para entender lo
que se nos quiere decir porque dependiendo del contexto o las situaciones
significarán cosas distintas. Ejemplo, para entender esta expresión “Cada vez
te pareces más a tu madre” hace falta
saber qué opina el hablante acerca de la madre en cuestión.
Vivimos en un ambiente
repleto de conocimientos a medias que son a la vez ignorancias a medias, o de
verdades a medias que son también errores a medias. Eso deja el campo libre a
manipulaciones, desinformación y creación de prejuicios.
Necesitamos aprender muchas
cosas porque es el único modo de obtener autonomía, deliberar bien, de impedir
que nos engañen. Siempre comprendemos algo a partir de lo que ya sabemos y
quien sepa muy poco, comprenderá muy poco.
Después de entender una
cosa, hay que aprenderla y cuando se tiene mala memoria es preciso repetirla
muchas veces, de muchas maneras, haciendo resúmenes o gráficos, repasando,
poniendo ejemplos concretos. Aprender es una actividad muy activa como
entrenarse para jugar al baloncesto.
5
Hacerse entender supone la
decisión de conseguirlo y el deseo de que la otra persona entienda.
Hay que dar suficientes
pistas para que el otro reconstruya lo que se quiere decir, lo que exige al
receptor averiguar cómo es la otra persona, sus presuposiciones, expectativas,
creencias y situar sus pistas donde el otro pueda encontrarlas.
La inteligencia que deseamos
debe ser eficaz lingüísticamente ya que con el lenguaje no sólo nos comunicamos
con los demás sino con nosotros mismos.
La inteligencia humana es
una fabulosa combinación de conocimientos, actitudes, sentimientos y actos. La
palabra fracasa cuando no sirve para comunicar ni para entenderse ni para
organizar la conciencia. La culpa la puede tener el hablante, porque es confuso,
reservado o mentiroso. Otras veces, la tiene el oyente por falta de
comprensión, se deja llevar por prejuicios y su impaciencia. Frecuentemente la
culpa es de ambos.
Capítulo
III ¿Y si el corazón se queda?
Nadie elige su amor, ni
sentimiento, ni su alegría. Los sentimientos nos embargan, invaden y zarandean,
ahogan, exaltan, no somos sus protagonistas sino sus víctimas o sus
beneficiarios. Pasiones porque se sufren o afectos porque nos afectan (Yo
agrego: emociones porque nos mueven).
La razón puede ir en una
dirección y los sentimientos en otra. A veces la inteligencia no puede dirigir
a los alborotos anímicos. El arte, la educación alteran nuestras emociones. La
palabra también anima y emociona.
Nuestro
mundo afectivo está compuesto por tres experiencias: los deseos, los
sentimientos objetivos y los sentimientos balance.
Los
deseos son la tendencia hacia algún bien que no tenemos, y cuya
falta nos desazona. Impulsan a la acción y pueden ir acompañados de
sentimientos: ansiedad, desasosiego, inquietud. Ejemplo el hambre, la sed, el
deseo sexual, el afán de poder, la necesidad de ser querido, el ansia de
riqueza o de triunfo.
Los
sentimientos objetivos son los que están desencadenados por la
aparición de un objeto, una situación o una persona. Por ejemplo, el
sentimiento ante la belleza o la admiración o la sorpresa o el sentimiento ante
lo cómico. La educación intenta orientar los sentimientos hacia lo correcto,
por su parte, las técnicas de publicidad y mercadeo pretenden manejar a su
antojo los resortes afectivos del futuro cliente. Así se crean modas y también muchas
formas de adoctrinamiento.
Los
sentimientos balance son los que evalúan nuestra situación
diaria. Ejemplo la alegría, la tristeza, la furia, el miedo son el resultado de
consciente de un balance de nuestra situación, nos informan de nuestras
circunstancias. En cinco minutos de conversación se puede cambiar varias veces
de sentimientos.
Otra característica de los
sentimientos balance es que suscitan una nueva tendencia. Por ejemplo, el miedo
nos incita a huir; la ternura, a acercarnos; el asco, a vomitar o a separarnos;
la tristeza a apartarnos de todo.
Los sentimientos son
experiencias cifradas, como los mensajes de los espías. Una cosa es la claridad
de la experiencia y otra cosa muy distinta es la claridad del significado de la
experiencia. Analicemos la envidia, ¿Qué significa esa irritación ante el
triunfo ajeno? ¿Se siente disminuido? ¿Teme que le hagan sombra? o ¿Culpa al
otro de lo malo que le sucede?
Otro ejemplo, los celos, Es
la angustia de que le arrebaten el objeto de su amor; no cuentan una historia
de amor, sino de posesión e inseguridad. En los celos hay más amor propio que
amor.
3
En el balance de nuestra
situación influyen varios elementos que proceden de nuestra educación o de la
cultura en que hemos vivido. Un mismo suceso puede desencadenar sentimientos
diferentes en diferentes sociedades. Nuestra cultura está centrada en la
autosuficiencia personal, tiene como fundamento el sentimiento de
insatisfacción. El mensaje que recibimos y transmitimos es que no hay progreso
sin afán de superación, y no hay afán de superación sin estar descontento con
lo que se tiene. Fomentamos la competitividad, la avidez, los deseos. Esta es
una de las características de nuestro tiempo: la incansable incitación al deseo. Esto fomenta el esfuerzo pero tiene dos consecuencias
no deseables: la insatisfacción continuada puede despeñarnos por la decepción,
el desanimo y la depresión. Por su parte, la frustración continuada empuja a la
agresividad. No es de extrañar que la depresión y la violencia hayan alcanzado
proporciones epidémicas en nuestras sociedades.
Si la cultura influye en las
experiencias afectivas, entonces la educación también influirá.
4
Todos tenemos un estilo
afectivo, tendemos a interpretar lo que nos sucede de manera ya sea optimista o
pesimista, somos iracundos o miedosos, disfrutamos con las cosas o nos
aburrimos con frecuencia. Estos estilos falsean el balance de nuestra
situación. Nos hacen tener miedos injustificados, nos desalientan con facilidad,
impulsan nuestra agresividad, fomentan la frivolidad y cosas semejantes. Pueden
facilitarnos la vida o complicarla notoriamente ¿Podemos educar estos estilos
afectivos?, la respuesta es SI pero puede ser difícil. Si durante años nos
hemos dicho a nosotros mismos que todo lo que nos sucedía era una sucesión de
fracasos y que esa era la comprobación de que no valemos para nada o de que
nadie nos puede querer, cambiar el estilo afectivo es como cambiar de lenguaje
y eso no es sencillo.
El
balance sentimental está compuesto de varias partidas como en las empresas y
son cuatro:
1.- la
situación real, lo que nos está pasando con frecuencia no determina por
completo nuestra respuesta sentimental. Como dijo Epícteto, filosofo griego y
esclavo, “No nos hacen sufrir las cosas, sino las ideas que tenemos de las
cosas”.
2.- Las
necesidades, deseos o proyectos que tenemos.
3.- El
sistema de creencias que tenemos acerca del mundo, acerca de los demás y acerca
de cómo se desarrollan las cosas. Ejemplo: mujeres que habían sufrido fracasos
familiares en los que habían sido víctimas, y que se encontraban muy deprimidas
y con profundos sentimientos de culpabilidad. Tenían una creencia básica:
“quien da amor, recibe amor”, “si soy suficientemente cariñosa, agradable,
inteligente, atractiva o buena, me van a querer”. Cuando la realidad les hace
sentir que no las quieren tendían a sacar la conclusión lógica aunque
injustificada: “Luego no he querido lo suficiente, o no he sido lo bastante cariñosa,
agradable, inteligente, atractiva o buena para que me quieran”. Es normal
entonces que se sintieran culpables. Como las creencias son un fruto cultural,
este ingrediente afectivo puede educarse.
4.- La
idea que cada uno tiene de sí mismo (self) y de su capacidad para resolver
problemas (coping). Todos somos influidos en nuestra manera de sentir por lo
que pensamos sobre nosotros, y que en gran parte depende de la imagen que nos
reflejan los demás. De ahí la importancia del ambiente afectivo que nos rodea.
Cuando una persona se siente
absolutamente incapaz de controlar el ambiente, está a un paso de la depresión
y la única solución está en la acción. Gracias a ella podemos ir recuperando la
conciencia de nuestra capacidad de hacer cosas.
La solución no es
enfrentarse a fuerza de voluntad pura contra el mundo, sino empeñándose en
alcanzar pequeñas metas cotidianas, reflexivamente elegidas y celebrarlas
cuando las alcancemos.
Capítulo
IV Inteligencia compartida
Al igual que ningún hombre
solo pudo inventar el lenguaje así mismo ningún hombre solo ha podido desarrollar
los mecanismos psicológicos de la “nueva voluntad”. La autonomía personal sólo
puede construirse dentro de un proyecto social. Sólo podemos ser libres
viviendo en sociedad. Comprender bien la relación entre individualismo y
comunidad, entre independencia y solidaridad permite tomar decisiones
importantes en la vida diaria.
Para comprender al ser humano, sus pensamientos o sus acciones,
debemos estudiar la persona y sus circunstancias. Por eso es tan importante elegir la calidad
del entorno en que vivimos. Se podría hablar de una inteligencia grupal, la que
comparten los diferentes núcleos humanos como la pareja, familia, empresas,
sociedades. La inteligencia compartida influye sobre la inteligencia personal
en la vida cotidiana. Cada miembro aspira su propia felicidad pero en un
contexto que implique la felicidad del otro. Para mejorar la propia
inteligencia debemos entrenarnos nosotros mismos y colaborar en el
perfeccionamiento de los grupos a que pertenezco. La inteligencia personal se
acrecienta cuando forma parte de un grupo inteligente, de una sociedad
inteligente.
En el caso de las empresas,
son inteligentes aquellas que sepan coordinar los intereses dispersos de sus
empleados dentro de un proyecto general. Se trata de conseguir que un grupo de
personas no extraordinarias produzcan resultados extraordinarios. La felicidad
personal integrada en una pareja sólo será posible dentro de un proyecto
mancomunado; el éxito laboral de una persona sólo será posible dentro de un
proyecto mancomunado de empresa. Más aun, la felicidad y la dignidad personal solamente
serán posibles dentro de un proyecto mancomunado de sociedad. En cualquier organización
inteligente sus miembros tienen que comprender que la consecución de sus metas
personales exige la consecución de una meta común.
Los seres humanos actuamos
fundamentalmente por tres motivos. Motivaciones extrínsecas a la acción. Por
ejemplo ganar dinero. Motivaciones intrínsecas: disfrutar con la actividad,
sentirse útil y eficiente, ser reconocido por el grupo, aumentar el propio
poder. Por último, una motivación transcendente: colaborar al mejoramiento de
la sociedad, encuadrarse en grandes proyectos éticos. En el caso de las empresas inteligentes saben
que funcionan mejor si consiguen unificar tres finalidades: crear valor para
los propietarios, crear valor para los empleados y crear valor para la
sociedad. Comprender que esas tres metas son interactivas es imprescindible
para el éxito. Conviene a todas las partes. Para conseguir sus propios fines la
inteligencia personal se ve obligada a colaborar con los fines de otros. La
inteligencia compartida se consigue a través del dialogo que es la búsqueda
compartida de la razón. Deriva del griego que combina palabra y razón.
Obstáculos
que dificultan la comunicación
1.- Siempre estamos descifrando señales
2.- Usamos nuestro propio
sistema de códigos, creencias y
prejuicios para descifrar las señales
3.- Mujeres y hombres suelen
esperar una cosa distinta del lenguaje.
4.- Toda comunicación es
evaluada a la vez en dos planos: cognitivo y afectivo. Es decir, a veces puede
uno reconocer que el otro tiene razón pero no nos gusta lo que dice.
Fracasos de la comprensión
son fracasos de la inteligencia compartida y no son meramente intelectuales.
Muchas veces nos cuesta dar la razón a otro porque nos parece una rendición.
Necesitamos a toda costa sentirnos seguros y para ello activamos múltiples
sistemas de defensa. Podemos engañarnos a nosotros mismos, racionalizar
nuestras preferencias, buscar chivos expiatorios, cambiar nuestra concepción
del mundo sólo para protegernos, justificarnos o salvar nuestro amor propio.
Son soluciones de urgencia,
que cierran todas las heridas en falso y por las que alguien acabará antes o
después pagando. No pasarían un estricto test de inteligencia.
Capítulo
V El gran proyecto
La inteligencia se mide por
la capacidad de inventar proyectos y de resolver los problemas implicados en la
realización de los mismos. Su valor dependerá del valor, la dignidad, la brillantez
del proyecto. Debemos valorar la capacidad para resolver problemas de acuerdo
con la índole de los problemas que resuelve.
El problema más trascendente
para el ser humano se refiere a la consecución de la propia felicidad en medio
de una convivencia digna. Las metas privadas sólo pueden alcanzarse dentro de
unas grandes metas mancomunadas. La inteligencia capaz de acercarse a la
felicidad solamente puede desarrollarse y ejercerse en una sociedad también
inteligente. Una sociedad es inteligente si resuelve el máximo número posible de
problemas que afectan a la felicidad personal. Para conseguirla cada ser humano
debe compaginar su proyecto individual en un marco más amplio, el conyugal,
familiar, social, nutriéndolo y nutriéndose entre ellos. Esto es lo que se
llama ética pero no interpretándola como es tradicional: un conjunto de
prohibiciones, deberes y obligaciones sino como un brillante conjunto de
soluciones y posibilidades, un proyecto de humanidad inteligente.
Todo ser humano considera
bueno tener derechos. El derecho es un poder simbólico que nos permite alcanzar
cosas que no podríamos conseguir con nuestras propias fuerzas. Amplia nuestro
camino de acción, nuestras posibilidades. Es lo contrario a la ley de la selva,
por ejemplo, podemos conservar nuestra vivienda aunque otros la codicien y sean
más fuertes. Otro ejemplo, fabricar un billete cuesta unos céntimos pero ese
mismo billete puede valer quinientos euros, el billete vale lo que vale porque
la gente va a aceptarlo como medio de pago por ese valor. Si decidiéramos
imprimir nuestros billetes no valdrían nada porque nadie los querría. El
sistema está basado en un sistema de aceptación mutua. El dinero es dinero por
la confianza reciproca en que todo el mundo va a aceptar esa moneda como encarnación
de un poder de compra. Por eso se llama
“dinero fiduciario”, dinero basado en la fe.
Los poderes simbólicos,
irreales pero eficaces, son una creación de enorme originalidad porque alteran
radicalmente el régimen de fuerzas que opera en la naturaleza.
La afirmación de los
derechos puede ser una consagración de egoísmo si molesta que los tengan los
demás. Sólo serían eficaces si hay el reconocimiento activo de la comunidad. Los
derechos individuales se basan en una reciprocidad universal.
Tenemos que decidir si
colaboramos en la amplitud del vuelo de la inteligencia o preferimos ser un
lastre.
Tres
rumbos del gran vuelo:
El arte, que transfigura las
apariencias de las cosas.
La ciencia, que conoce mejor
lo que sucede.
La ética, que transforma la realidad
humana.