Por mucho tiempo dejó de hablarse en Venezuela de los curiosos. Últimamente se vuelven a nombrar. Eran unos personajes muy singulares, a quienes muchas veces se confundían con el brujo o con el ensalmador, sin embargo, no era ni lo uno ni lo otro. El curioso era generalmente, un personaje del campo con cierta inteligencia, al cual se acudía en momentos difíciles. Tenía ciertas facultades para curar pero no era el curandero típico. Era consultado por ejemplo, por una inflamación de una mano, entonces él le sobaba la mano y le decía el mal que la persona sufría, recetaba algunas plantas y a los 4 días la persona se sanaba.
Otro curioso famoso era el que rezaba y curaba a distancia.
En Venezuela hubo curiosos muy famosos y los más célebres vivían en el estado Aragua, en el Guárico, en los Llanos donde eran populares. Los dueños de haciendas siempre tenían un curioso a su servicio.
El curioso utilizaba las cosas más raras como tela de araña, tierrita de mata de café, semilla de mamón y con esas cosas curaba.
Incluso se cuenta que el general Juan Vicente Gómez, recién llegado a Caracas, sufrió una serie de dolores en las piernas, tenía calambres en la pierna izquierda, y cuando fue un médico a verlo dijo: “Yo no quiero médico, porque todavía no confío en los médicos de esta ciudad, no la conozco bien, prefiero que me traigan un curioso”, le llevaron uno que venía con la montonera que había llegado con Castro y lo curó. Gómez dijo: Vean ustedes que hay gente “faculta”.
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